El conflicto como factor de crecimiento

En páginas anteriores, en varios momentos se ha dejado insinuado que el conflicto no es del todo malo. Si bien es cierto que en la mayoría de las veces se le asocia al dolor, sufrimiento, crisis, perdidas, pero no siempre es así.
En algunas ocasiones se recomienda generar el conflicto para logar liberarse de una situación de sometimiento, por poner un ejemplo. En este caso el conflicto es liberador y por tanto no es negativo.
Al menos hay 6 funciones positivas del conflicto:
1.    Promueve o refuerza la identidad de los grupos.
2.    Refuerza la cohesión interna de los grupos.
3.    Fomenta la consciencia de las cosas en común y acerca a los beligerantes (los protagonistas del conflicto).
4.    Establece o mantiene un equilibrio del poder.
5.    Promueve el desarrollo de interacciones útiles con otros.
6.    Estimula el desarrollo de sistemas equitativos de prevención, manejo y solución de conflictos.
Estos 6 aspectos solo ocurre si el conflicto se resuelve de manera positiva. Entendiéndose que se trata de conflictos de tipo interpersonal, intergrupal e intergrupal.
Según Erick Erickson, desde la niñez hasta la vejez enfrenta un total de 8  etapas y en cada una de ellas se va a enfrentar con un conflicto que se ser resuelto de manera apropiada será capaz de pasar a la siguiente etapa con madurez necesaria para enfrentarla adecuadamente, en caso contrario, si el conflicto de esta se resuelve mal, entonces el individuo enfrentará la siguiente etapa cargado de trastornos de diversa índole.
Las 8 etapas de Erickson son las siguientes:
Primera etapa, infancia: confianza contra desconfianza
 Esta etapa se inicia desde que uno nace. Si el conflicto se resuelve favorablemente, es decir, se resuelve a favor de la confianza, se desarrolla en el ser humano un sentimiento de esperanza. Esto afirma que el bebé encuentra que sus demandas alimenticias y de vida son resueltas adecuadamente en el momento oportuno y en la medida correcta.
Segunda etapa, primera infancia: autonomía contra vergüenza y duda
El niño desarrolla las habilidades motrices relacionadas al desplazamiento (caminar). Desprenderse voluntariamente del apoyo físico que le proporcionan los objetos que le sirven para mantenerse seguro y no caerse, forma parte esencial de esta etapa.
Tercera etapa, edad de juego: iniciativa contra culpa
Esta etapa ocurre entre los 3 y los 5 años de edad. El niño experimenta la necesidad de la autonomía de una manera más enérgica, sus juegos están caracterizado por mucha actividad física e imaginativa. Si esta etapa se resuelve hacia la iniciativa producirá en la psicología del niño la determinación; pero si no se resuelve adecuadamente, entonces la culpa se apoderará de todas las actividades en la que el niño se involucre, incluso en el juego y aprendizaje escolar.
Cuarta etapa, edad escolar: laboriosidad contra inferioridad
Esta etapa se puede describir como “un aprendiz del arte de aprender las tareas de la edad adulta”. En palabras más sencillas, el niño se va preparando para enfrentar los diferentes papeles que se caracterizan la vida adulta, y eso se aprende en el ambiente escolar. Si el niño se resuelve a favor de la laboriosidad desarrollará la competencia.
Quinta etapa, adolescencia: identidad contra confusión de papeles
La “búsqueda de la identidad”, es decir, ser capaz de responder a la pregunta ¿Quién soy yo?, esta pregunta será la principal tarea del adolescente, aunque se puede prolongar a lo largo de toda su vida. La mayor dificultad para el adolescente radica en que aún es un niño en ciertos aspectos; pero presenta algunas necesidades que caracterizan al adulto, aun es dependiente, pero en algunos casos se esperaría que actué con independencia.
Sexta etapa, estado adulto temprano: intimidad contra aislamiento
La intimidad en las relaciones humanas es uno de los grandes logros del desarrollo y de la madurez humana; sin embargo, no todos son capaces de lograrlo. Al resolverlo adecuadamente este conflicto se desarrolla en la persona el amor.
Amar verdaderamente exige cualidades como compasión, simpatía, empatía, identificación, reciprocidad y mutualidad.
La compasión: sentimiento de ternura hacia otro y el deseo de ayudarlo.
La simpatía: unidad o armonía con otro.
Empatía: sentimiento de compartir una experiencia con tu pareja, familia o amigos.
Identificación: convertirse en una sola persona con otro.
La reciprocidad: aceptar el punto del otro como igualmente válido que el propio.
Mutualidad: significa querer lo que el otro desea dar y conceder lo que el otro desea recibir.
Séptima etapa, estado adulto miedo: generatividad contra estancamiento
Se podría decir que empieza desde los 25 a los 60 años de edad. Resolver el conflicto adecuadamente, es decir hacia la generatividad produce el sentimiento de cuidado. Esto significa que ya se tiene un grado de madurez a la cual la persona ya no se preocupa por sentir que se le cuida, sino que ahora es capaz de renunciar a ese nivel de comodidad y seguridad y puede dedicarse a cuidar a alguien más que no sea sí mismo. Se podría decir que ya está listo para el matrimonio y la crianza de los hijos.
Octava etapa, estado adulto tardío: integridad del ego contra desesperación
Abarca desde los 60 años hasta la muerte, esta es la perspectiva más integradora de la persona. No debe verse como una etapa desolada, triste y fría, ya el conflicto se resuelve adecuadamente ya que produce sabiduría, esto se transmite por haber vivido tantos años casi una vida a plenitud, sin sentimientos de desesperación por la proximidad de la muerte, con las etapas anteriores de la vida aún se desea seguir viviendo.


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